El pais de los zares

El pais de los zares
Rusia

lunes, 7 de junio de 2010

Ana Karenina, una obra de arte segun Dostoyevski

Ana Karenina (ruso: Анна Каренина, Anna Karénina) es una novela del escritor ruso León Tolstói publicada por primera vez en 1877. Había empezado a aparecer como folletín en la revista Ruskii Véstnik ("El mensajero ruso"), entre enero de 1875 y abril de 1877, pero su publicación no llegó a concluirse a causa del desacuerdo de Tolstói con su editor, Mijaíl Katkov, sobre el final de la novela. Por lo tanto, la primera edición completa del texto apareció en forma de libro en 1877.
La novela es considerada una de las obras señeras del
Realismo. Para Tolstói, Ana Karenina fue su primera verdadera novela. La apariencia física del personaje que da nombre a la obra parece que estar inspirada en Maria Hartung (1832–1919), la primogénita del poeta ruso Aleksandr Pushkin.[1] Poco después de conocerla en una cena, Tolstói comenzó a leer la prosa de Pushkin, y tuvo un efímero sueño con "un aristocrático codo desnudo", que probó ser el primer acercamiento al personaje de Anna.
Aunque muchos críticos calificaron la obra en el momento de su publicación como un "romance de alta sociedad",
Fiódor Dostoyevski declaró que era una "obra de arte". Vladimir Nabokov secundó esta opinión, admirando sobre todo la "magia del estilo de Tolstói" y la figura del tren, que se introduce ya en los primeros capítulos (los niños jugando con un tren de juguete), desarrollada en capítulos siguientes (la pesadilla de Anna) hasta llegar al majestuoso final.

domingo, 6 de junio de 2010

Ana Karenina, un pequeño fragmento.............

Ana Karenina (Fragmento, Argumento-Capitulo 1) - Leon Tolstoi
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Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada.En casa de los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a declararle que no podía seguir viviendo con él.Semejante situación duraba ya tres días y era tan dolorosa para los esposos como para los demás miembros de la familia. Todos, incluso los criados, sentían la íntima impresión de que aquella vida en común no tenía ya sentido y que, incluso en una posada, se encuentran más unidos los huéspedes de lo que ahora se sentían ellos entre sí.La mujer no salía de sus habitaciones; el marido no comía en casa desde hacía tres días; los niños corrían libremente de un lado a otro sin que nadie les molestara. La institutriz inglesa había tenido una disputa con el ama de llaves y escribió a una amiga suya pidiéndole que le buscase otra colocación; el cocinero se había ido dos días antes, precisamente a la hora de comer; y el cochero y la ayudante de cocina manifestaron que no querían continuar prestando sus servicios allí y que sólo esperaban que les saldasen sus haberes para irse.El tercer día después de la escena tenida con su mujer, el príncipe Esteban Arkadievich Oblonsky –Stiva, como le llamaban en sociedad–, al despertar a su hora de costumbre, es decir, a las ocho de la mañana, se halló, no en el dormitorio conyugal, sino en su despacho, tendido sobre el diván de cuero.Volvió su cuerpo, lleno y bien cuidado, sobre los flexibles muelles del diván, como si se dispusiera a dormir de nuevo, a la vez que abrazando el almohadón apoyaba en él la mejilla.